Agresión y Violencia en el Nuevo Milenio, “La Cadena del Mal”
Revista de Psicoanálisis. Editada por la Asociación Psicoanalítica Argentina. Tomo LV N 4 pp 876-992 Octubre – Diciembre de 1998
El nuevo milenio nos enfrenta como psicoanalistas con el impacto de lo disruptivo en el psiquismo, y las especificidades de las patologías del vacío.
Enfatizo la importancia de discernir, considerar y elaborar el permanente interjuego entre mundo interno – mundo externo, analizando los fenómenos intersubjetivos e interpersonales, de nuestro devenir.
Freud en su carta a Einstein postula a la agresión como actitud o acción esencialmente humana. Basándome en sus aportes, junto a los de Winnicott, Bion y Aulagnier entre otros, he diferenciado en trabajos anteriores entre “La Vivencia y El Vivenciar Traumático”, presentando sus características metapsicológicas y clínicas.
Ahondando en la problemática de las patologías del vacío, diferencio entre el dolor, sensación a-verbal y el sufrimiento, displacer comunicable. Postulo al odio y la hostilidad como los hijos del dolor. Entiendo al odio como una especie de actividad que realiza el psiquismo para abolir el factor externo vivido como fuente de dolor. Este afecto emerge relacionado a un objeto, se tendría que odiar a alguien por algo, aunque no tenga un correlato directo con los sucesos fácticos. La hostilidad es la percepción del mundo externo como el permanente efector de daño. A diferencia del odio es un afecto generalizador, sin objeto específico. Afecto desencadenante de ‘enfermedades psicosomáticas’. A mi entender, la elaboración clínica del odio será diferente a la de la hostilidad.
Asimismo actitudes o acciones como agresión y violencia, suelen ser utilizadas indiferenciadamente. La agresión es, a mi entender, una actitud o acción que provoca dolor y daño a otro. El agresor se posiciona como tal, emitiendo signos que alertan al otro y le permiten desarrollar actitudes y actos de defensa. La violencia se diferencia de la agresión, porque generalmente emerge en forma indetectable, oculta y solapada. Se esconde tras los cánones de la normalidad, imposibilitando al otro ejercer defensa alguna.
Discernir el interjuego entre estos afectos y actitudes, permitirá abordar psicoanalíticamente la problemática de lo que he llamado “La Cadena del Mal”. Desde el hombre primitivo la tendencia a ubicar el Mal en factores extranaturales, como el Diablo, las brujas, Satanás; etc., remite a la acción de dañar, transformando al hombre en un mero objeto de dicha acción. El Mal ejercido por el hombre es la acción de daño o injuria a otro, siendo este último solo un objeto para el desarrollo de la acción. Proceso que desubjetiviza al dañado y al efector del daño, transformándose este último en objeto de su propia acción. De esta forma entiendo que el odio activa la violencia, perpetuando un proceso de decatectización de las relaciones por el camino del daño. He llamado a este proceso “La Cadena del Mal”.